Nací siendo una niña aplicada, ordenada, constante, limpia, obediente, con el pelo lacio y recto.
Sacaba notas excelentes e iba a clase todos los días siendo el agrado de todos los profesores del colegio.
Poco a poco mi vida se fue "truncando".
A los 14 años acabé con aquél peinado de niña buena y presumida, con mi obediencia y aquél odioso orden, a pesar de ello mis excelentes resultados académicos seguían su curso...hasta que empecé bachillerato:
Descubrí la verdadera lucha social, el amor, la lectura y demás cosas que despistaron mi atención de la obligación del estudio. Estudiar está bien, estudiar por obligación no.
Poco a poco mi vida se fue "truncando".
A los 14 años acabé con aquél peinado de niña buena y presumida, con mi obediencia y aquél odioso orden, a pesar de ello mis excelentes resultados académicos seguían su curso...hasta que empecé bachillerato:
Descubrí la verdadera lucha social, el amor, la lectura y demás cosas que despistaron mi atención de la obligación del estudio. Estudiar está bien, estudiar por obligación no.
Tardé 4 años en cumplir condena, pero fueron 4 años llenos de las mejores experiencias extraescolares: participar en movimientos de lucha social, viajar todo lo económicamente posible, hacer el amor de las mejores maneras posibles, leer miles de libros diferentes, descubrir el motor de nuevas personas, colmarme de sabiduría popular, enfadarme con mis padres para luego perdonarme, teñirme el pelo rojo, azul, naranja o verde, subir montañas.
Llegar a la felicidad. Querer mucho. Quererme. Reír a carcajadas.
Ahora llega una etapa que ha empezado con el pie derecho: el grado superior de Animación Sociocultural.
Me espero lo mejor: experiencias escolares por vivir con personas excepcionales.
Mi futuro es como el famoso papel de váter de Irene (leer su post), pero de textura social y cultural.
Elena Torrero
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